(Septiembre es el mes perfecto para volver a empezar: ganchillo en mano, ¡se comienza de nuevo!)

Hay algo sutil y silencioso que se cuela entre tus manos mientras intentas comenzar una nueva creación. No es un nudo de hilo. Tampoco es ese ovillo que no coopera.

Es la autosabotaje.

Septiembre trae consigo las ganas de comenzar de nuevo, y aunque me duele decirlo, ya está a la vuelta de la esquina, es el momento de poner en orden los proyectos a medio terminar y redescubrir el placer de crear. Pero muchas veces, justo cuando estás a punto de empezar ese bolso de crochet que guardaste hace días, pasa algo. Tienes la red canvas lista, el hilo perfecto, incluso el ganchillo ideal. Y sin embargo, sigues un momento más en Instagram. Luego revisas los correos. Después te levantas para ordenar el escritorio.

El problema no es tu creatividad. Son algunos hábitos invisibles que la asfixian.

Estas son las 5 peores, contadas como si estuviéramos en el salón entre amigas, ovillo en mano y sin juicios.

1. Decir "no tengo tiempo" incluso cuando lo tienes.

La creatividad es como una suculenta: no necesita horas de agua, sino presencia. Decir “no tengo tiempo” mientras haces scroll en TikTok durante 22 minutos no es el problema... es el síntoma.

A menudo detrás de esta frase está el miedo a no lograr algo bonito. Así, la mente encuentra mil otras prioridades.

El truco: empieza con 10 minutos al día. Póntelo como una cita. No necesitas terminar un proyecto, basta con que empieces.

2. Consumir más de lo que creas

Los tutoriales guardados son muchos. Demasiados. Cada día nuevos patrones, nuevos bolsos, nuevas prendas hechas a mano. Pero a fuerza de mirar, te olvidas de hacer.

Esto crea un cortocircuito creativo: cuanto más cosas bonitas ves, más te sientes insuficiente.

El truco: cada vez que guardes un contenido, inicia una acción. Aunque sea solo una muestra, una prueba de color, un boceto.

La creatividad con el crochet necesita manos, no solo ojos.

3. Esperar "la inspiración adecuada"

La idea perfecta no existe. La que imaginas en tu cabeza es solo un punto de partida.

Quien crea todos los días lo sabe: la inspiración se construye trabajando, incluso en los días malos.

El truco: crea una lista de tareas creativas con 3 ideas simples y realizables, aunque no te parezcan geniales. Luego elige una y empieza.

El resto... llegará. Siempre.

4. Decir demasiadas veces “no es mi estilo”

La frase “no es para mí” puede ser una excusa elegante. Está bien tener una identidad creativa, pero quien no experimenta, se apaga.

A veces detrás de esa frase solo se esconde el miedo al fracaso o al juicio.

El truco: elige un proyecto completamente fuera de tu estilo habitual y enfréntalo como un juego.

Podrías descubrir una nueva parte de ti. O, simplemente, divertirte.

5. Buscar siempre la perfección

¿Cuántas creaciones se han quedado a medias porque “no estaban saliendo bien”?

Spoiler: la perfección es aburrida. Las cosas hechas a mano son hermosas precisamente porque son únicas, vivas, imperfectas.

Cada nudo fuera de lugar cuenta una historia verdadera, la tuya.

El truco: completa al menos un proyecto sin corregir nada. Obsérvalo. Ámalo. Aprende a ver la belleza del proceso y no solo del resultado.

De creativa a creativa.

La creatividad no es un superpoder para unos pocos. Es una elección diaria. Un ganchillo que tomas incluso cuando tu mente está en otra parte. Un color que no te convence pero decides probar igual.

Septiembre es el momento perfecto para comenzar de nuevo.

Si quieres que tu inspiración florezca otra vez, empieza aquí: deja de sabotearte. Y comienza, aunque sea por juego, a hacer espacio dentro de ti para todo lo que quieres llegar a ser.

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¿Te has reconocido en alguno de estos hábitos?

Rosaria Tessiland®